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LA OTRA CHICA

Me encontraba en las fiestas de carnaval de mi pueblo.  Había olvidado la última vez que había participado de ellas.  Tenían atracciones muy distintas a las que recordaba.  Como los tiempos cambian… -pensé. Probé de todas aquellas sabrosas comidas típicas y golosinas.  Participé de todos los juegos y hasta gané premios. 

Por el altoparlante anunciaban constantemente visitar el área de las exhibiciones, hacia allá me dirigí, era lo último que me faltaba por ver…


Tuve la oportunidad de ver aves exóticas, vegetales y frutas con formas inusuales, artesanos y demás.  La última exhibición presentaba hombres mostrando sus cuerpos tatuados.  Impresionante, como los tiempos cambian –me reiteré.  Me tomé el tiempo de observar a cada uno de ellos, algunos parecían que tenían fotografías impregnadas en su piel.  Me acerqué a uno de los modelos en particular porque me llamó la atención, que a diferencia de los otros, llevaba una especie de trapo alrededor su cuerpo en la parte baja del vientre.  “¿Qué tu escondes ahí?” –le pregunté.  “Ese tatuaje no me lo permiten exponer” –respondió.  “Me da curiosidad” –le dije.  “Si lo quieres ver pasa por mi estudio y te lo muestro” –respondió y me ofreció su tarjeta de presentación, leí el nombre de su negocio en voz alta: “Tinta Salvaje”.  “¿Te interesa tatuarte?”-me preguntó, a lo que respondí con un rotundo “NO”.   

Días después salí de compras y caminando por las tiendas pasé por el frente de un rótulo que leía “Tinta Salvaje”.  Me retumbó ese nombre en la mente pero no podía recordar dónde lo había escuchado antes.  Unos quince pies más adelante recordé la tarjeta de presentación que el modelo de los tatuajes me había dado, “Tinta Salvaje, sí ese es su taller” y decidí pasar a saludarlo a ver si me mostraba el tatuaje oculto.

Abrí la puerta, leí su nombre en la tarjeta y pregunte: “¿Se encuentra Chris?”.  “Ahora lo busco, tome asiento por favor” –me indicó la empleada.  Esperé por unos minutos y pensé que perdía mi tiempo.  De tantas personas que asistieron a la feria como yo pretendía que él me recordara, pero total, sólo quiero verle el tatuaje y continué esperando.  Chris salió de la parte posterior del taller, con muy poca ropa exponiendo su arte corporal pero el área del misterioso tatuaje cubierta.

Me presenté y le expliqué dónde lo había visto y que como estaba en el área quise pasar a saludarlo y ver su misterioso tatuaje.  “Me acuerdo de ti, la dama curiosa” –dijo y añadió: “Hagamos un trato, me aceptas un almuerzo y yo te enseño mi tatuaje”.  “No gracias, puedo vivir sin verlo” –respondí y di media vuelta para partir.  Avanzó tras de mí y me dijo: “Disculpa, es una invitación sana la que te estoy haciendo, no tienes que correr”.  “¿Eso haces con todas las mujeres que pasan por aquí?” –le pregunté molesta y algo ofendida.  “No, no es mi costumbre”-respondió, “¿Pero aceptas?”-añadió.  Lo pensé por unos segundos y no sabía cómo decirle que sí después de mi primera reacción tan abrupta y descortés, pero la curiosidad me carcomía por ver el dichoso tatuaje…  “¿Mañana a la una?-le pregunté, “No el domingo a las 3”-me respondió.  Intercambiamos información y me despedí.

Llegó el domingo y me preparé temprano para lo que entendía sería un simple almuerzo, mostrarme el misterioso tatuaje y despedirme…

Llegué a su residencia, toqué a la puerta y me sorprendió este hombrazo con pinta de galán que abrió la puerta, pensé que me había equivocado de casa y me excusé cuando Chris me dijo: “¿Por qué te vas?”, “Disculpa, no te reconocí con tanta ropa puesta, estés elegantísimo” –le dije y me invito a pasar.  Me ofreció algo de tomar y me pidió acompañarlo a la cocina, me dijo que estaba preparando su especialidad, pasta en salsa blanca con setas y vino blanco. “Que rico, me encanta”-pensé.  De camino a la cocina pude observar que tenía la mesa preparada en la terraza para tres personas.  No comenté ni hice preguntas… Pero me quedé a la expectativa de que alguien más aparecería en cualquier momento.  Yo desconocía si el estaba casado, tenía novia, hijos o vivía con alguien…

La cocina estaba inundada de olores sabrosos.  Lo ayudé a preparar la ensalada y a organizar los utensilios.  Sirvió la comida y pasamos a la terraza (y nadie llegaba).  Me resigné e ignoré el plato adicional para poder disfrutar del suculento almuerzo que había preparado especialmente para mí y quedé muy satisfecha, era buen cocinero.  Mientras almorzábamos conversamos temas frívolos, nada íntimo…  Comimos el postre y me sirvió un cognac.  “Hombre de detalles y conocedor de la buena mesa”-pensé…

Entramos a la casa y nos acomodamos a conversar.  No había olvidado el propósito primordial de mi visita pero lo estaba pasando tan bien en su compañía que no sentía prisa por irme todavía así que preferí posponer mi curiosidad y esperar un poco más a ver si él lo mencionaba.

Se levantó para poner música y me extendió la mano para invitarme bailar.  Me tomó por la cintura con delicadeza y respeto.  Bailamos una pieza.  Terminó la canción, nos miramos detenidamente con seriedad hasta que sonreí ligeramente.  “¿Bailamos otra?”- preguntó, ni le respondí y continué bailando.  También era buen bailarín.  Así fui descubriendo sus buenas cualidades, curioso, afines conmigo.  Mientras bailábamos la segunda pieza nos miramos con intensidad y me le acerqué un poquito más.  Se me acercó al cuello, aspiró profundamente y me dijo: “Tu hueles muy bien, me gusta tu perfume”, “Gracias”-le respondí con una sonrisa.  Continuamos bailando y recosté mi cabeza en su hombro.  Me repitió que le gustaba mi perfume, volvió a olerme y me besó en el cuello, yo cerré los ojos… Era tan seductor, tan pausado…  Terminó la pieza que estábamos bailando, lo tomé de la mano y lo llevé hasta el barandal de la terraza.  Ya oscurecía…

Desde la terraza observábamos la vista en silencio, se paró detrás de mí y me besó el cuello nuevamente, con sus manos acariciaba mis brazos.  Me viré de frente a Chris y con una mano le abrí el botón superior de la camisa y le acaricié el pecho, subí mi mano hasta su cuello y lo acaricié hasta traerlo hacia mí, le roce los labios con el pulgar, se me acercó más y me besó.  Después de besarme me abrazó.  Aunque lo acababa de conocer, por alguna razón desconocida me sentía segura entre sus brazos.  Levanté la cabeza y busqué sus labios para besarlo.  Acarició la piel de mis brazos y me dijo: “Tienes frío, vamos a entrar”-me tomó de la mano y caminé con él.

Nos sentamos y continuamos besándonos.  Chris besaba increíblemente sabroso.  Entre tantos besos nos comenzamos a excitar, los dos hacíamos suaves gemidos de placer, le terminé de abrir la camisa para acariciarlo mientras él acariciaba mi espalda.  Nos mirábamos fijamente buscando aprobación en las caricias de cada uno.  Me le acerqué y le bese el pecho de arriba hasta abajo hasta que llegué a su cintura y acariciándole suavemente la parte baja de vientre le dije : “Ahí es que está el tatuaje, ¿cuando me lo vas a enseñar?”  “Con calma, de ti dependerá”.  No entendí sus palabras y preferí no indagar.  Alcancé a ver parte del tatuaje pero no logré entender lo que estaba mirando. Le pedí que me bajara la cremallera del vestido y lo dejó caer al suelo.  Llevaba puesto un juego de ropa interior negro en encaje, acarició la tela y me dijo: “Me gusta”.  Le pedí que se sentara y me le senté en la falda para besarlo, acariciaba todo mi cuerpo con suavidad y pellizcaba mi piel.  Me removí el brasier y llevé sus manos a mis senos para que los acariciara, llevé mis senos a su boca para que los besara, la excitación aumentaba y sentí su miembro hacer acto de presencia entre mis piernas, moví mis caderas para sentirlo más de cerca…  Interrumpió mi inspiración y me preguntó: “¿Quieres que te haga el amor?”  Asentí con la cabeza suavemente, pero me sorprendió cuando me dijo: “Pues tenemos que hablar” y con voz sensual le respondí, “pues hablemos…”

Jamás hubiese imaginado lo que iba a escuchar… Chris comenzó a explicarme lo siguiente: “Desde muy joven me despertó la deseo de compartir en una cama con dos mujeres a la vez.  Nunca se me presentó la oportunidad, pero esa fantasía nunca abandonó mi cabeza.  Al pasar los años entendí que habían otros recursos para convertir mi fantasía en realidad, de echo, no que sólo fuera una aventura de una vez sino todas las veces.”  En ese momento ya yo estaba horrorizada de las aberraciones que el pretendí que sucedieran allí, pero lo seguí escuchando detenidamente.  “Tomé clases de dibujo para perfeccionar mi talento, ahorré lo suficiente e inaugure “Tinta Salvaje”.  Con mi destreza y la ayuda de otros artistas, creamos el tatuaje que te ha causado tanto misterio y curiosidad.  El tatuaje es de una mujer que tienes que aceptar que participe con nosotros en la intimidad”.  ¡Pero es sólo un tatuaje, ¿cual el es problema?-me pregunté.  Chris se puso de pie, se desnudó por completo y finalmente me presentó su gran secreto…  Era la cosa más grotesca que había visto en mi vida pero trabajada a la perfección.  Tenía tatuado en la parte baja de su vientre, -estratégicamente ubicado- hasta la base del pene las piernas abiertas de una mujer exponiendo completamente su sexo en tamaño real.  Era tan perfecto que me acerque a tocarlo, tenía todos los detalles perfectamente definidos, impresionante….

Aliviada porque no incluiría a una tercera persona en el juego le pregunté” “Muy bien ¿y cual es el plan, que tengo que hacer?”.  “Tienes que hacer que la chica del tatuaje forme parte de todo lo que hagamos, esa es la resolución de mi fantasía para compartir con dos chicas a la vez”.  “No hay ningún problema, la voy a tomar en cuenta”-respondí.

Como habíamos tomado una pausa prolongada había que volver a empezar… Ya que él estaba parado frente a mi, masajé su miembro para despertarlo, le pedí que se acercara y me lo introduje completo en la boca dándole atención también a “la otra chica” plasmada en su piel.  Le pedí que se acostara en el sofá, me acomodé entre sus piernas y continué manejando su miembro con mis manos y mi boca.  Con mucho cuidado y suma dificultad bajé su sexo y lo acomode entre sus piernas para poder alcanzar a “la otra chica” para lamerla y acariciarla.  En un principio sentí que su fantasía era aberrante y sin sentido, pero le fui tomando el gusto y en calidad de que nunca había compartido íntimamente con una mujer, esta experiencia de alguna manera compensaba mis curiosidades…

La excitación regresó a apoderarse de nuestros cuerpos y retomamos lo que habíamos dejado pendiente… Lamía su sexo por la parte superior hasta la base para poder llegar hasta “la otra chica” y lamer su sexo también.  Después de comérmelos por largo rato y haber empapado su piel de saliva me senté sobre sus piernas sin que me penetrara.  Nos besábamos con ardor y pasión mientras su sexo se resbalaba por el mío.  Como estaba tan mojada comencé a mover mis caderas hasta lograr que su sexo me penetrara sin haber usado las manos. “Ahhhh” dijimos los dos a la vez de manera que nos causó risa. Chris se escurrió en el sofá lo más abajo que pudo hasta casi suspender sus caderas en el aire para poder observar la interacción de mi cuerpo con “la otra chica”.  El efecto era verdaderamente excitante, causaba la impresión de que yo estaba rozando mi sexo contra el de “ella”. Chris no levantaba la vista ni un segundo, estaba disfrutando su fantasía, la de tener a “dos” mujeres en su poder a la misma vez.  Se acordó que yo estaba presente y paso sus manos por mis muslos, siguió hacia arriba acariciando el contorno de mi torso hasta llegar a mis senos, los que acarició y apretó con desesperación.  De vez en cuando se le escapaba la mirada hacia abajo, pero no puedo negar que yo también lo hacía.

Una energía mayor nos invadió, me tomó por las caderas y comenzamos los dos a movernos con intensidad, velocidad y fuerza hacia el frente y hacia atrás.  En un momento me dijo: “No te muevas, déjame a mi.”  Adopté su ritmo rápidamente, me tomó por la cintura y me subía y me bajaba con ansiedad.  Me movía tan rápido que mis senos saltaban pelotas de goma. En los próximos segundos escuché otro: ”Ahhhhhh” acompañado de un estremecimiento hasta que dejó caer su cabeza hacia atrás.  Yo aproveché que todavía mantenía una firme erección y aceleré el movimiento de mis caderas hacia el frente y hacia atrás rozando mi clítoris con fuerza contra su piel (automáticamente levantó la cabeza y sus ojos regresaron al tatuaje) hasta que le contesté con otro: “Ahhhhh”.  Nos reímos nuevamente y me extendió los brazos para abrazarme, me recosté en su pecho y me acarició el cabello.

Nos levantamos del sofá para estirarnos y Chris me abrazó nuevamente y me besó en la frente, yo sonreí acurrucada entre su pecho y sus brazos.  “¿Que quieres hacer ahora?”-me preguntó.  “Quiero tomar algo y ducharme por favor”-le respondí.  Y así abrazaditos caminamos hasta la cocina donde me preparó una bebida.  De la cocina caminábamos hacia el baño, cuando pasamos cerca de la terraza y recordé el juego de platos adicionales que había en la mesa y le pregunté su significado.  Me explicó brevemente que como no sabía en qué momento me explicaría la existencia de “la otra chica” lo había puesto allí simbólicamente para despertar mi curiosidad y provocarme  hacerle preguntas para el poder aprovechar y tratar el tema. “No te funcionó”-le dije, “Lo sé, pero lo manejaste mejor de lo que yo pensaba”-respondió satisfecho.  Sonreí complacida de haber podido contribuir con su fantasía…

Artemisa©


4 comentarios:

Artemisa dijo...

Esta historia es extraña y larga, lo se.
Culpen a mi imaginacion... ;-)

Sergio Aguilar Molina dijo...

¿Culpar? ¡No!

Sergio Aguilar Molina dijo...

No creo que haya que culpar, sino más bien agradecer.

Kcfeo dijo...

El tatuaje, la curiosidad y cama para tres. Curiosa mezcla de ingredientes. La cama para tres es sin duda la fantasía masculina por excelencia aunque en lo personal no estoy convencido de que sea una buena idea. Tal vez le temo a no poder manejar el exceso de emociones o de no tener la energía para una aventura de esta talla. En todo caso no pertenezco al grupo de bendecidos que han pasado ese camino.
La curiosidad y el tatuaje me despiertan de mis recuerdos una anécdota un tanto curiosa de mis días de estudiante universitario, y si es muy largo y extraño no culpes a mi imaginación por que así sucedió.
Fue una vez en la intimidad de un apartamento que compartía con otros dos estudiantes, yo salía del baño con mi toalla en la cintura y me encontré a la vecina del apartamento adjunto que llamaba a la puerta para usar nuestro teléfono, cosa que sucedía a menudo. Pero este buen día la vecina traía puesto una blusa con los hombros expuestos y se veía un tatuaje de una rosa que yo no avía visto antes. Me quede observándola mientras hacia su llamada telefónica y se me ocurrió decirle que yo también tenia un tatuaje y le pregunte si lo quería ver, paso seguido me puse de espaldas y me baje la toalla a la altura de media nalga y le dije "es una pantera ten cuidado que no te muerda" ella me contesto no veo nada, claro no había ningún tatuaje, yo le conteste, se debe haber metido en la cueva me quite la toalla y me di la vuelta y le dije mira el rabo....... lo demás es un tatuaje que llevo en mis recuerdos de esos días donde las bendiciones abundaban en mi vida, por eso siempre que puedo miro a lo alto con reverencia y me repito, que obediente y buen muchacho he sido.