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Mi presencia no era permitida durante las prácticas de la banda.  Pero ese día me dio la oportunidad de estar allí. Estaba viviendo el momento.
La banda estaba tocando muy alto. Cada nota fluía en mi… 

Mientras la banda tocaba yo baila por aquí y por allá, libre como una mariposa.  Adoro esa sensación.  Podía oler la testosterona en aquel salón lleno de hombres dando el máximo.  Estaba hipnotizada por el ritmo y para mi de hipnotizada a excitada era un paso muy sencillo.


Tenía ojos sólo para él, aunque me estuviera moviendo por todas partes.  Me enfoqué en él y comencé a sonreírle como una niña lista para cometer una travesura.  La intensidad de la música me tenía fuera de control…

El tocaba la batería.  Me excitaba mirarle el sudor corriendo por su frente, cayendo por su barbilla, sus venas hinchadas; símbolo de masculinidad, fuerza, poder. No sabía que culpar… Entiendo que era una mezcla entre la buena música, el ambiente, las líricas, el baile y EL…

Comencé a bailar entre los músicos hasta que llegué a él.  Me le paré detrás  y lamí el sudor de la parte posterior de su cuello, afortunadamente eso no lo sacó de concentración.  Le estaba dando señales de que lo deseaba.

Ordenó un receso y los músicos se fueron a descansar.  Me hizo una seña con la mano para que me le acercara.  Le estaba dando esa media sonrisa que tanto le gustaba.  Me senté sobre sus piernas de frente a él y sequé su sudor con mi bufanda.  Se quitó la camisa y le acaricié su sudoroso pecho para sentir sus músculos.  Le lamí los labios y tomé sus manos y las llevé hasta mis pechos, los apretó con fuerza, entendí que también me deseaba.  Cerré mis ojos y recosté mi cabeza sobre hombro y lo mordí en el cuello y le dije al oído… “Tómame mi amor…”

Despidió a los músicos.

Ellos todavía estaban empacando pero para mi era poco importante su presencia así que removí mi camisa, nos abrazamos y nos besamos.  Me encendía más el hecho de que había personas observando, me otorgaba la sensación de control y propiedad.  El no se quejó, conocía mis modales salvajes…

Los músicos partieron…

Abrió su pantalón para exponer su sexo manifestando una perfecta erección, se sentó nuevamente en el banquillo y me monté sobre él.  Me tomó por las caderas y me movía para arriba y para abajo, yo me sujeté de su cuello y lo ayudaba con fuertes movimientos.  Estábamos rozando nuestros sexos con deseo, nos encantaba rudo y con fuerza… Fue major que nunca…

Lo mantuve dentro de mí hasta que sentí el último latido de nuestros sexos después de un orgasmo.  Estábamos fatigados y sudados. Me dijo, “ver mi amor, vamos a ducharnos”.  Tomamos un baño frío para refrescarnos.  Nos lavamos uno al otro y nos besábamos como maníacos.  Adoraba la sensación de sentirlo tan cerca de mi, piel con piel; cuerpo con cuerpo…

Me puse de rodillas y lamí su sexo para despertarlo.  Me tomó por el cabello y empujaba mi cabeza para llevar su sexo más hondo en mi garganta… Me levantó del suelo, me dio media vuelta y me penetró. Yo disfrutaba del eco de mis quejidos rebotando en las paredes del baño. Estaba histérica de placer y gritaba, fue tan rico…  Me palmeó las nalgas y se aferró a mis caderas con fuerza,  yo adoraba la sensación de sus golpes.  Terminó sobre mis nalgas y esparció sus jugos sobre mi piel; tibio y resbaloso.  El sí sabía como complacerme…

Nos fundimos en un abrazo y nos besamos cariñosamente en señal de gratitud.  Siempre lo hacemos así… Estábamos complacidos y satisfechos…

Abandonamos el baño mojados y desnudos.  Regresó a su batería y yo me recosté en el suelo para disfrutar de verlo tocar.  Ya yo conocía la rutina, era su terapia después del sexo para mostrar su satisfacción.

Una vez terminó de despilfarrar adrenalina y energía caminó hacia mi, me puso de pie, enredó su abrazo alrededor de mi cintura y me dijo: “esta es la última vez que te permito estar presente durante una práctica.  Me haces sentir débil y vulnerable”.  Yo sonreí pero entendí.  Me era difícil controlarme cerca de él…  Me sentí castigada, pero sabía que volvería a flaquear…

Artemisa©  




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1 comentario:

Artemisa dijo...

Musica, agente intensificador de los sentidos. Nos hace perder las inhibiciones, nos energiza, nos abre las alas para volar entre las notas, la letra, el ritmo, el mensaje y nos hace vulnerables ante la pasion, nos hace vivirla y con suerte compartirla...