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"AQUÍ Y AHORA"



Mi auto se averió en medio de la autopista.  El camión de arrastre se hizo cargo.  Llamé a mi querido amigo y mecánico personal Gil para que lo reparara lo más pronto posible.


Tres días después Gil me llamó para informarme que el auto ya estaba reparado.  Tomé un taxi para recogerlo y pagar por sus servicios.


Gil se tomó el tiempo de explicarme que le había fallado al auto y que reparaciones le hizo.  Me sugirió hacer un viaje de prueba para observar su funcionamiento posterior a la reparación.  “No es mala idea, hagámoslo” -le dije


Durante el viaje de prueba me hablaba de mecánica y yo estaba totalmente perdida.  Yo no tenía ni la menor idea de qué me hablaba, pero pretendí atenderlo.


Gil es el tipo de persona que te toca mientras habla, a mi eso me es tan desagradable y molesto que lo toqué de la misma forma imprudente que él me tocaba para dejarle entender lo incómodo que era y le pregunté: “Te gusta que te toquen así?” “Ya que me lo preguntas, pues sí me gusta”. “A que te refieres?” –le pregunté horrorizada. “Si eres tu quien me toca
 me gusta”-respondió.


No supe que pensar o decir.  Habíamos sido buenos amigos por muchos años, pero nunca esperé un avance suyo. “Estás bromeando, verdad?”-le pregunté  “No, no lo estoy”-me respondió con seriedad. “Bueno pues a ver que pasa…”-pensé.


Le dije que iba a conducir de vuelta a su taller porque estaba segura que el auto estaba bien reparado. Me preguntó si tenía algo que hacer después de llevarlo al taller y le respondí que no. “Tómate un café conmigo”-me invitó. “Pues tomemos café”-le respondí.


Regresamos a su taller y me pidió que lo esperara, que iba a cerrar operaciones por ese día. También me solicitó estacionar mi auto dentro del taller y así lo hice. Regresó con dos vasos de café y se sentó en mi auto. “Si no tienes nada que hacer, por qué no pasas un rato conmigo?”-me preguntó. “Te refieres aquí?”-le pregunté. “No entiendo, estoy aquí contigo, que más quieres de mí?”-le pregunté contrariada. “Quiero estar contigo aquí y ahora”-respondió sin ningún reparo.
En eso momento tomé las cosas con un poco mas de seriedad y le dije: “Gil, recuerda que hemos sigo amigos por muchos años además de nuestra relación como suplidor-cliente, me atraes muchísimo, compartimos una química especial, pero aún así, tu crees que esto sea prudente?” Gil se mantuvo en silencio. Se viró hacia mí para mirarme, yo lo miré con expresión de duda porque no sabía lo que pasaba por su mente… Se me acercó para besarme, titubeé pero me rendí… Gil me encantaba y se lo había ocultado por muchos años, se presentó la oportunidad de compartir con él un poco más allá y no la iba a dejar escapar. Mi mayor temor era que nuestra amistad se deteriorara pero ya no había vuelta atrás.
Después de eso primer beso, que son siempre los mejores, continuamos tomándonos el café. Yo sentía cosquillas en el estómago. Además de excitada sentía emoción de saber que estaría entre sus brazos. Gil dijo desearme “aquí y ahora,” yo me pregunté, “pero en dónde?” …Y Gil respondió a mi silente pregunta…
Me solicito pasarme al asiento trasero del auto y así lo hice. Se sentó a mi lado y no bien se había acomodado le salté arriba para besarlo. Nos besamos con pasión, con deseo; demostrándonos cuánto habíamos reprimido nuestras ganas. “No sabes cuánto había anhelado este momento contigo”-dijo. Yo lo escuché y lo seguí besando. Mi respiración comenzó a agitarse y busqué por donde tocarlo, no sabía por dónde empezar… Gil facilitó mi hazaña llevando mi mano a su entrepierna. Acaricié y apreté con fuerza su miembro rígido. Se abrió el pantalón para exponerlo y una vez más llevó mi mano hasta él, lo seguí apretando hasta que lo llevé a mi boca. Gil dejaba escapar expresiones de placer mientras yo me saboreaba su sexo encendido. Entrelazaba sus dedos en mi cabello y levantaba sus caderas para darme más de su sexo, todo su sexo…
Durante un momento tan intenso como ese su teléfono celular timbró. “Tengo que responder”-me dijo. Mudé mi boca a su cuello y su cara para besarlo con sensualidad y continuar provocándolo. Su conversación fue breve y apagó el teléfono, lo que le agradecí. Mientras tanto me abrí la blusa y solté mi brasier para darle libertad a mis pechos y autorización a Gil para que los tocara. Saboreó mis pezones y arropaba mis senos con sus grandes manos. Acarició mi torso observando cada pulgada de mi piel. Finalmente se bajo el pantalón y me miró con una expresión que entendí significaba: “Yo hice mi parte, ahora te toca a tí”. Me comencé a desvestir y me dijo: “quítatelo todo” y yo obedecí a su petición.
Ya liberada de mis ropas me arrodillé sobre el asiento para besarlo. Gil exprimío mis senos con fuerza y navegó sus dedos por el contorno mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna, se empapó los dedos en mis fluidos y me penetró con ellos. La acción fue inesperada pero la sensación espectacular. Lo disfruté por un rato, pero quería sentir su realidad. Tomé su sexo en mi mano y lo apreté para asegurarme que no había su perdido su rigidez y me lo introduje sentándome sobre él. “Ahhhh”-dijimos los dos…
Considerando lo limitado del espacio tuve que optar por moverme con cuidado rozando fuertemente mi sexo contra el suyo. Gil me sujetó por las caderas fuertemente para controlar mis movimientos. Lo quería complacer… Me batió las caderas con velocidad, con ansiedad… Escuchaba nuestros fluidos claramente en aquel pequeño espacio. Las ventanillas del auto comenzaron a empañarse y Gil seguía moviendo mis caderas con desesperación. No pude esperar por él y liberé mi orgasmo con júbilo para sentirme relajada y complacida. Aferré mi boca a la suya y me beso y mordió salvajemente. Agitado y desesperado me dijo estas cortas palabras: “en tu boca”. Me bajé de prisa de sus caderas y presioné su miembro con mis labios, succioné lo mas fuerte que pude y me escupió hasta la garganta con propulsión intermitente hasta eliminar la última gota de sus tibios fluidos hasta que su sexo se relajó… Gil se sonrió y me dijo, “superaste mis expectativas”. Me le acerqué y lo besé para que se probara él mismo. Desesperado por mi maldad tomó un sorbo de aquel café frío y se rió a carcajadas, “eres original”-me dijo. Yo sonreí con picardía y satisfecha con mi ejecución.


Estábamos empapados de sudor. Me vestí como mejor pude y salimos del auto para estirarnos. Gil se recostó del auto y me abrazó. “Mi querida Karla”-me dijo, levanté la cabeza y le respondí con una sonrisa. “Gil, la gente dice que en los autos no se tiene intimidad porque trae mala suerte” y me respondió: “No te preocupes, si se daña yo te lo arreglo…”


Artemisa©





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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estou encantada com a historia. Tiene o que muitas mulheres pensamos mais no se atrevem a dizer. - Elis

Artemisa dijo...

A veces cuando con carater y cierto modo de exigencia nos solicitan atencion, muestras de amor o simplemente satisfaccion. Respondemos mejor y mas rapido a una solicitud. Nos dejamos llevar por el placer de aprovechar la ocasion para ser dominados o dominar. Es parte del juego del "toma y dame".